Juan Pablo Montoya es un colombiano que ha traído triunfos y alegrías a nivel deportivo a nuestro país. Durante los últimos años su carrera ha sido silenciosa, sin embargo, sigue viva. Este hombre, dada su pasión, no solo por la fórmula uno, sino también por los deportes en general, se ha dedicado a trabajar por el crecimiento de su fundación: Fórmula Sonrisas; en la cual, por medio de aportes, talleres y visitas, pone al alcance de los niños más necesitados, los deportes que podrían significarles una carrera o un minuto de alegría.
Según Montoya y su esposa Connie Freydell, quienes iniciaron la fundación en 2003, lo que se busca con el proyecto es usar el deporte como una herramienta poderosa para disminuir la pobreza e inequidad que tanto golpea al país. Además manifiestan que coinciden con la noción planteada por las Naciones Unidas, donde la práctica del deporte y el juego desde la primera infancia y durante la adolescencia, es esencial para el desarrollo físico, mental, psicológico y social. La participación en actividades deportivas fortalece la salud, mejora el rendimiento escolar y el desarrollo social.
Además de su trabajo en la fundación, Montoya se ha dedicado a crear un semillero para que los niños que quieran iniciar en el automovilismo tengan el soporte de alguien con toda su experiencia, y además, que trabaja para que este deporte no se siga convirtiendo, como él mismo lo dice, en una guerra de billeteras sino que se formen buenos pilotos, cuyas habilidades dependan de sí mismo y su conocimiento de la máquina, más que de la máquina en sí.
Con todas sus acciones, Juan Pablo Montoya ha demostrado ser otro colombiano digno de admiración por su trabajo con los niños del país y sabemos que personas comprometidas con su pasión mueven al mundo.
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