El invento colombiano llamado «Rafiki» consiste en un muñeco de trapo que a simple vista puede parecer sencillo. Sin embargo, su trasfondo es mucho mayor que el de un juguete cualquiera, ya que al no tener raza, religión ni género, enseña a los más pequeños sobre valores como la tolerancia.
Todo comenzó con la profesora Ruth, quien tenía en su bolso un muñeco de tela que había hecho su mamá para su hija. Estando en clase quiso sacar algo del bolso y el muñeco calló al suelo, despertando rápidamente la intriga de los niños quienes comenzaron a hacer preguntas sobre su apariencia, lo que inició un bonito espacio y la oportunidad de hablar sobre temas como las diferencias y el respeto.
El proyecto continuó avanzando; primero, se creó un muñeco por curso, este era turnado entre los estudiantes, quienes lo llevaban a su casa los fines de semana y escribían en un diario sobre sus experiencias. Un tiempo después se comenzaron las «malokas», que son básicamente mesas redondas en las que se resuelve una pregunta de forma grupal. No hay respuestas correctas ni incorrectas, solo opiniones que aportan al debate.
Mientras este invento colombiano se da a conocer a través del voz a voz de quienes han visto los resultados y el trabajo de sus dos docentes creadoras, los «Rafikis» (término que significa “amigo” en la lengua africana suahili) siguen visitando casas en diferentes zonas de Bogotá, compartiendo con las familias y apareciendo en las fotografías de las bitácoras bajo el abrazo de los niños.
La educación en valores como el respeto, tolerancia y la empatía hacia los demás, debe comenzar en casa y extenderse a las aulas. Educando niños que respeten las diferencias y capaces de generar pensamientos y opiniones críticas, Colombia se mueve hacia el futuro, como un país capaz de mover al mundo.