Han pasado 31 años desde que, estos maravillosos ejemplares que pueden alcanzar alturas de más de 50 metros fueron nombrados símbolo patrio colombiano y además, se les puede ver en el nuevo billete de 100 mil pesos como muestra de nuestra biodiversidad, sin embargo, la palma de cera también ha tenido que enfrentar grandes retos y amenazas por parte de quienes practican su tala indiscriminada, reduciendo su número en el valle de Cocora y dejando sin su habitad natural a especies como el loro orejiamarillo, que ahora se encuentra en peligro de extinción.

La tala, sin embargo, ha dejado de ser la preocupación principal de los sembradores de estas palmas, pues hay una amenaza peor: el trámite de títulos mineros en áreas cercanas al valle de Cocora, el lugar y sus cercanías han sido objetivo de varias propuestas para exploración y explotación de oro y platino; sin embargo, y luego de mucho debate, la directora de la Agencia Nacional Minera informó que dichas prácticas no serían aprobadas.

Otro de los temas que tiene preocupados a ambientalistas y expertos es la mortandad de dichas plantas, que luego de su vejez, dejan caer las plántulas que darían vida a nuevas palmas, pero que, debido a la ganadería, no están germinando de manera natural.

En vista de todos los peligros de quedarse sin su habitad natural (que ha disminuido de forma notable durante los últimos años), se han presentado a distintas entidades muchos proyectos por medio de los cuales se busca garantizar espacios seguros para el crecimiento y procesos naturales de la palma de cera.

Mientras que se lucha por su preservación, se celebra esta semana con conversatorios, ferias de biodiversidad, obras de teatro y otras actividades culturales que buscan sensibilizar a la población sobre la importancia de este, y todos los especímenes tanto de plantas como de animales del país, pues un país que respeta y cuida su naturaleza, mueve al mundo.